Descripción:
Este libro es una exposición de los estudios gramaticales durante el siglo XVIII. La instrucción de los jóvenes es absolutamente necesaria tanto para la felicidad del individuo como para el bienestar y la felicidad de las naciones. Si la educación es obligada, no puede dejarse exclusivamente en manos de los jesuitas constituyendo un monopolio pedagógico contra la Compañía se alzaron unánimes varios ilustrados. La atención prestada a la educación explica asimismo la profusión de gramáticas escolares, tanto de las lenguas romances como del latín.


«Del espléndido plantel de latinistas con que cuenta en la actualidad España destaca por derecho propio Eustaquio Sánchez Salor. No tienen secretos para él los autores de la Antigüedad Tardía y del Medievo, como demuestran sus traducciones, jugosamente comentadas, de Paulo Orosio, de las fábulas, de la poesía goliardesca y de mil autores más. Pero, además de esta vertiente filológica y literaria, Eustaquio Sánchez Salor, hombre de muchos saberes, domina como nadie el campo de la Lingüística, un interés bien palpable ya en su excelente tesis doctoral.

El sabio apasionado por una ciencia es natural que se sienta atraído por su historia. No debe extrañar, por tanto, que Eustaquio Sánchez Salor nos haya regalado ya, además de los preciosos estudios sobre el Brocense, tres espléndidos volúmenes dedicados a reseñar críticamente los avances de la Lingüística a través de los siglos. El macizo y voluminoso libro que el lector sostiene con asombro -y con algún esfuerzo- entre sus manos corresponde a una bien trabada exposición de los estudios gramaticales durante el siglo XVIII. Es imposible dar cuenta cabal de su contenido en esta humilde presentación. Me limitaré a señalar los puntos que me han resultado de mayor interés.

Según los presupuestos pedagógicos de la Ilustración (bien patentes en el artículo Education de la Encyclopédie, firmado por Du Marsais, o en los libros de Charles Rollin, Jovellanos, etc.), la instrucción de los jóvenes es absolutamente necesaria tanto para la felicidad del individuo como para el bienestar y la felicidad de las naciones. Si la educación es obligada, se desprende que no puede quedar exclusivamente en manos de los jesuitas, zaheridos entonces por su oscurantismo. Así pues, contra el monopolio pedagógico de la Compañía alzaron unánimes su voz los ilustrados, desde Voltaire y d’Alambert al dean MartÍ, Mayáns y el portugués Luis Antonio Verney, ‘o Barbadinho’. La atención prestada a la educación explica asimismo la profusión de gramáticas escolares, tanto de las lenguas romances como del latín (Pastor Abalos, Mayáns, Iriarte, etc.).»
– De Prologo