Descripción:
La riqueza y dinamismo históricos de la actual provincia de Burgos hacen que sea harto difícil trazar una síntesis con todos los aspectos que condicionaron la producción de la publicidad medieval. Este estudio edita 224 inscripciones, entre las conservadas y las que tenemos noticias, cuyo abanico cronológico se inicia con la suscriptio de Fernando y Gutina en la ermita de las santas Centola y Elena de Siero de Valdelateja y concluye en el s. XIII con el epitafio sepulcral de los infantes Felipe y Enrique situados en el claustro del monasterio de San Salvador de Oña. Destaca la provincia de Burgos por la riqueza de su epigrafía visigótica de los siglos VII al XI (57 inscripciones) que la hace imprescindible para el estudio de la escritura de este periodo. Las piezas hablan por sí mismas como son las intitulaciones funerarias de la iglesia superior de Las Gobas, las curiosas ‘probationes caligráficas ‘en la cueva de Santorkaria, la conocida crónica histórica de la ejecución de doscientos monjes en San Pedro de Cardeña del año 834, las inscripciones de Lara de los infantes, como el monumentum fundationis de Ciudad de Lara (862-902), y la crónica histórica sobre el origen de los siete infantes (867).

La riqueza epigráfica en el siglo XII y XIII acompaña a las construcciones románicas y góticas ofreciendo un elenco de textos del máximo interés paleográfico, histórico y filológico. Son numerosas en este periodo las consagraciones de iglesias, con las peculiaridades de cada pieza, como la de la iglesia de San Esteban y Santa Coloma en Riocavado de la Sierra, la de Santa Eulalia, en Santa Olalla. Quizás sean las suscripciones de maestros que intervienen en las obras románicas las que mayor interés suscitan. Es el caso de la firma del maestro Pedro en el monasterio de San Cristobal de Ibeas de Juarros en 1132. Y es que resulta inevitable que la epigrafía esté presente en cada uno de los espacios, de las piezas artísticas que se producen en este momento, bien para identificar las escenas y personajes, bien para publicitar a sus ejecutores y promotores. Los historiadores del arte cuentan en este volumen con unas fuentes bien estudiadas útiles a sus quehaceres investigadores.

El conjunto epigráfico que se edita en este primer volumen, como sucede con los siguientes a él, constituye una fuente histórica de la comunicación social en la edad media y muestra el perfil de las gentes de este periodo, su mentalidad, su sensibilidad y su ansia de transcender a su tiempo y a sus propias vidas.