Descripción:
A Revolución Comunera, como todos los grandes movimientos de la Historia, tiene una multitud de facetas todas inherentes al quehacer humano.
Durante la clausura del V Simposio de Historia Comunera en abril del 2016, Joseph Pérez, el gran hispanista francés recientemente fallecido, dijo en Valladolid: Esta situación de Revolución tiene «componentes muy claros, porque no es un simple levantamiento popular, se produjo una advertencia desde varios ámbitos hacia Carlos V para tratar de que entendiera que el legado de los Reyes Católicos no era entender el reino como una propiedad del Rey, sino como un beneficio común, de la comunidad, en el que el Rey no podía hacer lo que quisiera, porque era un funcionario del reino, el funcionario más alto pero que no tenía en su propiedad el reino».

Después de las Comunidades, don Carlos vio el camino abierto a la realización de la «agradable» tesis política de la Monarquía Universal, y al poco, Hernán Cortés le ofrecía otro Imperio, el de Nueva España como él mismo se expresara en sus Cartas. Para su felicidad en 1522 regresaba Elcano con los tratados con los Reyes de la Especiería y una carga de mercancías que prometía romper con el monopolio portugués de su comercio. Y buena parte de estas épicas navegaciones y conquistas se gestaron poco antes de las Comunidades de Castilla y los comuneros no habían sido ajenos a las preocupaciones que implicaban esta globalización.

El lunes 16 de diciembre de 1521, en vísperas de levar anclas para su viaje de regreso, el capitán Juan Sebastián Elcano mandó desplegar las velas, así lo cuenta Antonio Pigafetta, participante en el viaje: «Hoy pusimos velas nuevas a las naves. En aquéllas aparecía una cruz de Santiago de Galicia, y con esta inscripción: Ésta es la figura de nuestra buena ventura».