Descripción:
Durante casi medio siglo, hablar del País Vasco para muchos significaba hablar de violencia. La violencia terrorista, pero también los delitos cometidos al amparo de la lucha anti-terrorista, invadían y lastraban todo, incluso los debates académicos. Con la disolución de ETA en el año 2018 se abrió un nuevo panorama que permitía volver a reflexionar sobre el contencioso vasco, sus dimensiones, sus orígenes y su evolución con la distancia y el rigor científico imprescindibles para cualquier narrativa que pretende alejarse del relato militante.

Basándose en una larga trayectoria investigadora de más de 30 años, y partiendo de las propuestas conceptuales presentadas por la sociología histórica norteamericana (Ch. Tilly, D. McAdam, S. Tarrow), Ludger Mees despliega un análisis de longue durée que arranca con la primera manifestación de una identidad vasca particularista en el siglo XVII para acabar con un análisis del complejo proceso que llevó al suicidio inducido de ETA y al posterior combate por el relato.

A lo largo del libro se va cristalizando la polifacética imagen de un contencioso cuya naturaleza no admite explicaciones simplistas. Fue, y sigue siendo, sin duda, un conflicto sobre la relación político-administrativa del País Vasco con los Estados español y francés. Pero al menos tan importante es también la confrontación política e identitaria existente en el seno de la propia sociedad vasca, una sociedad plural y heterogénea con dificultades para consensuar un modelo de convivencia democrática aceptable y cómodo para todos sus sectores. La violencia se generó en el marco del contencioso, pero su larga duración no fue fruto de ningún expolio político, sino de una decisión deliberada de determinados individuos y de su milieu legitimador socio-cultural.