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Donde hay agravios no hay celos. Abrir el ojo -- Rojas Zorrilla, Francisco de

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商品コード(SBC): 167362
ISBN13: 9788497401395
サイズ: 11 x 18 x 2.6 cm
頁 数: 488 pgs.
重 量: 0.39 kgs
装 丁: paper cover
出版社: Castalia
発行年: 2005
発行地: Madrid
双書名: Clasicos Castalia, 282
- Edicion, introduccion y notas de Felipe B. Pedraza Jiménez y Milagros Rodriguez Cáceres

Descripción:
Las dos piezas que se ofrecen en este volumen constituyen la muestra más acabada del arte de Francisco de Rojas Zorrilla. Representan dos universos cómicos paralelos y contrastados en que el poeta juega con las convenciones pundonorosas del teatro áureo (DONDE HAY AGRAVIOS NO HAY CELOS) y con el envés cínico y desenfadado de las mismas (ABRIR EL OJO).

DONDE HAY AGRAVIOS NO HAY CELOS

La situación está planteada con sorprendente agilidad. Don Juan y Sancho llegan a Madrid de noche. Buscan la casa de don Fernando de Rojas, con cuya hija va a casarse el galán. Al llegar ante la fachada, ven a un desconocido descolgarse desde el balcón. Una confusión del criado, que ha enviado su propio retrato en vez del de su señor, facilita el trueque de identidades que permitirá al pundonoroso protagonista averiguar la verdad de los hechos.
Entre las paredes de la casa de don Fernando se van a encontrar los personajes relevantes de un tempestuoso pasado, que incluye la muerte violenta del hermano de don Juan a manos de un desconocido, la fuga deshonrosa de su hermana y las angustiosas sospechas que ha desatado en el protagonista el galán que saltó del balcón a la calle la noche de su llegada. (…)
El título que Rojas puso a su obra, ‘Donde hay agravios no hay celos’, quintaesencia el sentido de la comedia pundonorosa. Don Juan se presenta como una encarnación de la moral aristocrática, que exige el sacrificio del sentimiento personal. Sin embargo, el sobretítulo que pronto se impuso (‘Amo criado’) llama la atención sobre el juego teatral que conlleva el trueque de papeles entre el galán y el gracioso. Sancho se convierte en una zafia parodia del caballero en vísperas de casarse. Sus esfuerzos por engolar la voz o adoptar ademanes nobles y educados chocan con su atolondramiento y con su inclinación a la vida poltrona y despreocupada de las convenciones sociales.

ABRIR EL OJO

‘Abrir el ojo’, más tardía, se distancia más decididamente de las convenciones dramáticas y sociales. Aquí no se trata de galanteos intrascendentes, sino de relaciones sexuales plenas e irregulares, miradas siempre con indulgencia y despreocupación. Aquí lo de hacer el amor hay que entenderlo en la acepción galicista que finalmente se ha impuesto en el español de hoy: ‘copular, tener acceso y ayuntamiento carnal’. Sobre estas actividades, cuando se realizaban fuera del matrimonio y sin finalidad procreadora, caía en la sociedad barroca el anatema del pecado y del delito. Poder humano y divino se unían contra los depravados. Pero, a pesar de tantos pesares, la vida erótica y sexual del Madrid de 1640 distaba mucho de las rigideces de las sociedades puritanas y abstinentes.27
‘Abrir el ojo’ se desarrolla en ese ambiente del amor y el sexo pret à porter, de las relaciones extramatrimoniales y de la prostitución de buen tono, sin rastro de la sordidez y dureza de las casas de lenocinio. En su primera escena encontramos a don Clemente, joven galán, amante plural y desvergonzado, tratando de huir de la cama de doña Hipólita, una posesiva viuda con la que mantiene relaciones desde hace seis años. Y quiere escapar de ella porque pretende reunirse con doña Clara, que se ha trasladado de casa huyendo del acoso de don Julián, amante que aspira a cobrar en especie el costoso regalo que ha hecho a la cortesana. (…)
Rojas y los espectadores contemplan complacidos la fauna simpática y grotesca, descarada y absurda, que trampea por el Madrid barroco para mantener esta vida alegre y desenfadada.



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